Viene de parte 1….Continuación…
Nosotros decimos: Lee y compara
y serás convencido. Léanse las obras de Allan Kardec,
compárense con las de
Desmarets, Molinos, Fenelón, Bossuet; éste último especialmente; quietista por excelencia: se
contentaba con esperar, dejando que el alma fuera perdiendo poco a poco cuanto
constituye su personalidad, para convertirse simplemente en cosa.
Un espiritista no
sería nunca capaz de decir lo que dijo María Alacoque, cuando levanto en
Francia el primer altar al sagrado corazón de Jesús, asegurando que los devotos
del divino símbolo eran salvados sin condiciones, y que no era de una absoluta
necesidad amar El Dios, bastaría con no odiarlo.
¡Blasfemia
inaudita! ¡Perdonable únicamente, porque la profería la ignorancia! ¡Qué cúmulo
de anomalías! ¡Qué espantosa mistificación!