(MATERIAL
DE ESTUDIO Y ANALISIS…)
La creencia en la Reencarnación siempre ha generado interés en
el ser
Humano, y aunque muchas personas lo ignoren, ha estado presente
en la mayoría de las creencias, religiones y corrientes filosóficas a lo largo
de la historia de la humanidad.
La palabra Reencarnación significa literalmente “volver a la
carne” o lo que es lo mismo, nacer de nuevo en un nuevo organismo físico. En
este proceso el alma o espíritu evoluciona en diferentes vidas, avanzando
intelectual y moralmente de vida en vida, consiguiendo con su propio esfuerzo
estados superiores de evolución. Algunas veces se ha confundido con la
Metempsicosis o creencia ancestral en la cual el alma humana podría renacer en
cuerpos de especies animales inferiores como castigo por sus culpas.
La doctrina de las “vidas sucesivas”
también conocida como doctrina de la “transmigración de las almas”, ha estado
presente alegórica o explícitamente en prácticamente todas las obras básicas de
las religiones de la humanidad: El Libro de los Muertos Egipcio ; El Bardo
Thodol o Libro Tibetano de los Muertos; Los Vedas; Los Upanishads; El Zend
Avesta de los persas; El Corán; el Talmud; El Zohar, La Biblia, etc. siendo la
piedra angular de la mayoría de las religiones de la India: como el Budismo, el
Hinduismo, el Shinkismo, el Jainismo; formando también parte del Budismo
Vajrayana, el Budismo Esotérico japonés y las Escuelas Budistas del Sudeste
Asiático; siendo también adoptada por los Fariseos, Esenios, los Karaitas y
otras sectas judías o Filojudías.
En la antigua Grecia, la creencia en la Reencarnación fue
asumida por diversas
Escuelas de pensamiento, entre las cuales cabe destacar los
Pitagóricos, los Órficos y los Platónicos. Posteriormente, la Reencarnación
pasó a ser un dogma fundamental entre los Neoplatónicos y los Gnósticos, formando
parte de la Teología Cabalística del Judaísmo Medieval. Del mismo modo la
podemos encontrar entre grupos tan dispares geográfica, cultural e
históricamente, como las Tribus Africanas, los Indios Americanos, los
Rastafaris Jamaiquanos, las Culturas Precolombinas, los Druidas, los celtas,
los kahunas Polinesios, los practicantes de la Umbanda Brasileña, etc.
La Reencarnación también ha estado presente en el inicio del
Cristianismo, los
Primeros místicos cristianos creían en ella, como San Jerónimo,
un santo que vivió entre los siglos IV y V. La Reencarnación requería A la izqda. Helen Wambach.
A la dcha. Ian Stevenson. Dos de los
psiquiatras más importantes que han investigado la reencarnación
Helen Wambach. Ian Stevenson.
Una interpretación esotérica que sólo resultaba accesible a la
élite eclesiástica.
Uno de los Padres de la Iglesia, Orígenes, pensador que teorizó
sobre la existencia de almas que regresan a la Tierra en su libro titulado “De
los Primeros Principios”, escrito en el siglo III, fue condenado en el Segundo
Concilio de Constantinopla, llevado a cabo en el año 553 bajo el
auspicio del emperador Justiniano. El veredicto fue: "Si alguien afirmara
la fabulosa pre-existencia de las almas y se adhiriese a esa doctrina
monstruosa, ¡sea anatema!". Aunque este edicto estableciera la naturaleza
herética de la doctrina de la Reencarnación, algunos investigadores encuentran
huellas de nociones similares en los escritos de San Agustín, San Gregorio y
San Francisco de Asís. E incluso si analizamos objetivamente, sin dogmas
preconcebidos, los textos bíblicos tanto en el Antiguo como nuevo Testamento
podemos encontrar referencias a la Reencarnación.
LA REENCARNACIÓN EN EL ESPIRITISMO
La Reencarnación figura entre los
postulados básicos de la Doctrina Espírita, que la presenta bajo una perspectiva
natural y dinámica, como un proceso útil y necesario para posibilitar el
progreso de los seres y su evolución. Según el Espiritismo, La Reencarnación va
ligada inevitablemente a la ley de “causa y efecto” identificada con el
concepto oriental de “Karma”, término sánscrito que significa “acción y
reacción”, pero enfocado desde una perspectiva equilibradora y compensatoria,
que hace que los individuos terminen recogiendo las consecuencias gratas o
ingratas de sus propias acciones. Cada acontecimiento está ligado a causas
anteriores y a efectos subsiguientes, haciendo que el presente sea fruto del
pasado y germen del porvenir. Por consiguiente podríamos decir que existe una
ley de “causalidad espiritual”, según la cual determinados a recoger las consecuencias
de dicha acción.
Con la Reencarnación desaparecen los conceptos de castigo,
pena y recompensa, el mal o el bien que recibimos no es un castigo ni una
recompensa, sino que ambos son la consecuencia directa de nuestros actos; podría decirse que el “mal”
que hacemos mide nuestra ignorancia mientras que el “bien” que producimos es la
medida de nuestra evolución. La finalidad esencial de la ley de “causa y
efecto” no es castigar sino educarnos para que vivamos en
armonía con la naturaleza, aclarando que
reencarnamos porque vivimos y no para repetir el pasado, sino para superarlo.
PROXIMA
ENTREGA: REENCARNACIÓN INVESTIGACIÓN CIENTIFICA.
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