Por: Ricardo
Nunes
¿De qué forma nosotros, espiritistas, y el espiritismo, podemos
contribuir para el advenimiento de un mundo mejor? ¿Cómo podemos colaborar para
el surgimiento de una sociedad más justa, más fraterna, más feliz?...
Sabemos que la filosofía social espiritista nos
enseña a no ser ajenos en relación a los problemas sociales. El pensamiento
espiritista nos enseña que somos “cocreadores del universo” y,
por eso, nos alerta de que somos responsables por lo que hay de bueno y de ruin
en nuestra existencia individual y social.
Sin embargo, en la práctica
¿qué es lo que
podemos hacer? Obviamente, existen muchas cosas que podemos
llevar a cabo. Podemos actuar en instituciones de caridad, en partidos
políticos, en organizaciones no gubernamentales, en nuestros centros espiritas,
podemos intentar ser diferentes en nuestras profesiones. De hecho, existen varias trincheras en las
cuales podemos actuar con el fin de la búsqueda de un mundo mejor.
En el VI Fórum del Libre Pensar
Espírita de Porto Alegre, realizado en el mes de septiembre de 2014, fui
invitado a hablar sobre el tema “Utopía de un mundo mejor. La contribución de Ernst Bloch
y del Espiritismo”. Al final
de la exposición, enumeré algunas formas mediante las cuales los espiritistas y
el espiritismo, pueden contribuir para que ocurran transformaciones positivas
en la vida colectiva y en la mentalidad de los habitantes de este lindo planeta
azul. No pretendía, está claro, ofrecer una enumeración exhaustiva de tales
posibilidades de contribución, mi propósito sólo consistía en ofrecer un rol
ejemplificador. De hecho, hice un listado de algunos principios espiritas básicos
que pretenden responder a la importante pregunta: ¿Cómo pueden contribuir los espiritistas y el
espiritismo para el surgimiento de un mundo mejor?
Primer principio – A través
de una postura humanista, en la cual el hombre es el fin y no el medio para
alcanzar cualquier objetivo. Este humanismo implica una consciencia y actuación
pacifista, en la que la violencia es descartada como forma de manifestación y
emancipación humana. La violencia, en la visión espirita, será aceptada sólo en
el caso de necesidad extrema e inevitable en forma de legítima defensa.
Segundo
principio – Reconociendo la dignidad de todos los seres humanos
independientemente de la raza, credo, orientación sexual, opinión, clase
social, etc. La reencarnación puede ser un gran instrumento de concienciación,
pues nos permite experimentar a lo largo del proceso histórico, en el tiempo y
en el espacio, la realidad del otro.
Tercer principio –
Promoviendo una visión optimista sobre la vida, a partir de la comprensión del
hombre como ser que trasciende la muerte biológica. El hombre, en la
perspectiva espirita, es un ser para la vida y no para la muerte como pretenden
algunas filosofías pesimistas y nihilistas contemporáneas.
Ricardo
Nunes
Abogado y
filósofo - Guarujá, Santos (Brasil)
Extraído de
“Abertura” núm. 305, novbre. 2014
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Continúa…próxima entrega… Cuarto principio – Realizando una
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